Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 2 de diciembre de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El cartero de Neruda (Ardiente paciencia)" de Antonio Skármeta

“-Es que si fuera poeta podría decir lo que quiero. - ¿Y qué es lo que quieres decir? –Bueno, ése es justamente el problema. Que como no soy poeta, no puedo decirlo”



¡Cuantas veces oí hablar de este libro, cuantas veces quise leerlo, y cuantas veces lo deseché en el último momento! Ahora lo he leído y me arrepiento de no haberlo hecho antes, de no haberlo releído dos, tres, muchas veces. “El cartero de Neruda (Ardiente paciencia)” (Sudamericana, 1995) del escritor chileno Antonio Skármeta. Una novela corta, sí, pero con fondo largo; es decir, poco a poco, página a página, te va encandilando hasta que una vez terminada la lectura suspiras dos, tres, muchas veces, y vuelves aquí y allá a releer frases, párrafos… Inolvidable. Un manejo magistral, dentro de una estructura lineal de capítulos breves con prólogo y epílogo, de prosa y lírica, historia y ficción, de sentimientos expresados con sencillez, una narración emotiva y encantadora. Un relato en torno a la amistad entre el cartero Mario Jiménez y el poeta Pablo Neruda, del amor, pasional, de Beatriz y Mario (fantástico el episodio erótico del huevo), e incluso del tema político con Allende y luego la dictadura militar. Un clásico de la literatura universal.

“Mario Jiménez, un joven pescador, decide abandonar su oficio para convertirse en cartero de Isla Negra, donde la única persona que recibe y envía correspondencia es el poeta Pablo Neruda. Jiménez admira a Neruda y espera pacientemente que algún día el poeta le dedique un libro, o que se produzca algo más que un brevísimo cruce de palabras y el pago de la propina. Su anhelo se verá finalmente recompensado y entre ambos se entablará una relación muy peculiar”

Esta novela corta, 139 páginas, es el desarrollo de la película homónima del propio autor. Más tarde, (no la he visto), el director Michael Radford versionó el guión en “Il Postino”, con la acción desarrollada en Italia. En la edición escrita de Sudamericana, el prólogo de Skármeta, muy irónico, considera el argumento de autobiográfico, correspondiente a su periodo de redactor cultural en un diario chileno, también de escritor en ciernes y poco creíble por su pereza (14 años tardó en escribir el libro, asegura), encomendado en la tarea de establecer la “geografía erótica” del “maestro”, del “vate” Pablo Neruda en su retiro junto al mar en Isla Negra, sirviéndole a su vez esta tarea para descansar y terminar el libro que pretendía y que su inconstancia alejaba. Indudablemente es difícil separar lo ficticio de lo verídico del prólogo, pero ello da credibilidad a la historia y un recurso para explicar cómo a través de una protagonista de la misma, Beatriz González, escribió otra historia muy distinta, la crónica de Mario con Neruda.

“Mario sintió sus ojos húmedos, y la voz le salió también mojada”

Skármeta escribe de unos personajes creíbles, sencillos, honestos, cercanos: Beatriz, Cosme, la viuda González… y en especial del cartero Mario Jiménez y el poeta universal Pablo Neruda. La relación sentimental entre Mario y Beatriz es enternecedora, divertida en el enfrentamiento de aquel con su suegra, la viuda González, aleccionadora por ese afán de superación de Mario, por no querer ser pescador, no querer ser como los demás ni para lo que estaba predestinado, querer ser poeta con la intención de buscar y construir metáforas con las que encandilar a su querida Beatriz. Y muy grande el perfil trazado de Pablo Neruda, el gran poeta orgullo de todo Chile, tanto que incluso en la tensa espera del Nobel de literatura, tan personal, lo hace suyo todo el mundo, en el reconocimiento de la sublimidad y musicalidad de su obra; y con todo, Skármeta lo hace bajar un escalón de cierto endiosamiento o altura imposible para el resto de sus congéneres, ricos y pobres, y nos lo presenta en alguien muy humano, cercano, entrañable, actuando en este caso como un segundo padre del inocente y osado Mario Jiménez, y como un solvente celestino para propiciar el encuentro de éste con Beatriz, amenorando o aliviando la tragedia que supone para la suegra esta relación. Neruda, con todo, es el personaje principal y con el que se estructura la novela, tanto cuando aparece como en lo significativo para todos, personajes y circunstancias, en su ausencia, permitiendo que el lector conozca los cambios sociales y políticos en Chile, con la elección y después asesinato del presidente Salvador Allende y la llegada siniestra de la dictadura militar.

“El poeta lamentó en ese momento haber suscrito la doctrina materialista de la interpretación del universo, pues tuvo urgencia de pedir misericordia al Señor”

Personajes a los que el escritor sitúa en un escenario agradable, aislado, atractivo, Isla Negra, un pueblo chileno junto al mar,
San Antonio, con puerto de pescadores, de idílica caleta, indemne al tiempo y a los desafueros del mundo. Con estos mimbres entreteje una trama sensible, despierta, y no por ello exenta de compromiso y desdicha por su tratamiento sencillo y original, que nos habla y nos agarra adentro con cuestiones como los sueños, la nostalgia, la superación personal, de amores complacidos y amores contrariados, de la diferencia de clases, tradiciones, de política y confesiones… con los que nos hace reír, suspirar, reflexionar y sobre todo conmovernos.

“-Mijita, no me cuente más. Estamos frente a un caso muy peligroso. Todos los hombres que primero tocan con la palabra, después llegan más lejos con las manos”

“El cartero de Neruda” (“Ardiente paciencia” como el verso de Rimbaud) ha sido, y será, uno de esos libros extraordinarios que marcan de una forma u otra toda pasión literaria. Una novela imprescindible. Una historia que a mí me ha permitido, y me permitirá en sus futuras relecturas, convertirme en metáfora, en personificación mediante las letras de un cartero que no está precisamente para llevar la correspondencia al maestro Pablo Neruda en Isla Negra, sino para ahondar en su descubrimiento y en el amor por su obra, en el encuentro con la poesía.


“-Porque los nombres no tienen nada que ver con la simplicidad o complicidad de las cosas. Según tu teoría, una cosa chica que vuela no debiera tener un nombre tan largo como mariposa. Piensa que elefante tiene la misma cantidad de letras que mariposa y es mucho más grande y no vuela –concluyó Neruda exhausto”

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